Mi primer paseo

Con el primer paseo me pasó lo mismo que con el baño. La primera vez no me gustó nada de nada. Soy un tío de costumbres y eso de tanto traqueteo no me convencía. Reconozco que la cosa no empezó mal. Me quedé sopa nada más salir, di una vueltecita por el parque de la prolongación de O’Donnell y después de camino a casa fue cuando empecé a liarla.

Se me juntaron varias cosas. Lo primero es que me entró hambre. Y otra cosa no, pero lo de comer lo llevo a rajatabla. Cuando me toca me toca. No hay aplazamientos ni retrasos. Así que era más que posible que berreara sólo por eso pero además sucedió algo que perturbó mi sueño placentero: un bache.

Ahí se acabó el mundo. Si la media hora había permanecido calladito y dormido en el carro ese bache desató el cataclismo y me desgañité como una fiera hasta regresar al hogar. Allí ya pude alimentarme como es debido y calmar mi ansiedad mientras los novatos de mis padres ponían cara de pocos amigos ante mi enfado.

Ahora la cosa sigue más o menos tranquila. Ya no me desagrada tanto dar paseos, la mayor parte del tiempo lo paso dormido, el traqueteo no me disgusta pero no me hace ni pizca de gracia el sol en la cara.

Digamos que siempre tengo algún motivo para quejarme. Soy así de majo.

Canción: A la Hora del Cafe - Le Mans

Publicar un comentario

0 Comentarios