Dando de comer a los pececitos


Los adultos hacen cosas muy raras. La abuela llevaba toda la semana atesorando el pan duro como si fuera oro  puro. Cualquier persona civilizada pensaría que es un claro ejemplo de síndrome de Diógenes incipiente pero es que el martes anunció a bombo y platillo que nos íbamos a ir a dar de comer a los peces.

Os podéis imaginar que mi capacidad para arrojar pan éxito es limitada. Yo cuando quiero soltar un sonajero agitó la mano hasta que se cae, ya sea hacia mi cara o a tomar viento. Así que era una forma encubierta de decir que ellos se iban a dar de comer a los peces.

Yo peces he visto de lejos. En el museo de ciencias y en los platos de comer. Pero así un pez vivo que se mueve era la primera vez.
Y son unos bichos muy entretenidos. Grandes a aburrir. Con una boca que si en lugar de echarles un currusco de pan metes mi pierna me dejan cojo. Mutantes perdidos. Pirañas de mar.
La bolsa de pan duró poquísimo y el abuelo lo tirana cerca de la orilla porque como eran tan brutos me salpicaban. El año que viene se van a enterar porque ya tendré conocimiento de causa y pienso tirar a matar...

Canción: Pez Luna - Las Aventuras de Kirlian

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