El caso de la comida voladora

Me alimento de "Caos", si hombre, esas cosas de leche y chocolate. Puedo tomar al día un litro y medio de Colacao sin inmutarme. Pero alimentos sólidos que no sean chuches no.

Ni uno.

Ya ni la tortilla de patata.

No contento con eso además me he vuelto un destructor. No vale sentarme a la mesa con mis padres, ni en la trona, ni en la mini silla de pintar.

En cuanto no miran (y a veces incluso mirando) cuando no quiero más enfiló un guantazo al plato y listo. Hasta platos de plástico me he cargado de los porrazos. Y el sofá ya tiene unas manchas de lo más sospechosas que han calado de las fundas hacia abajo. Y esto, no te creas, lo hago con sólidos y líquidos. Que te sientas y empiezas a notar el pantalón empapado y soy yo que he compartido mi agua con el cojín. 

Si a eso le sumas mi nueva pasión por la pintura mural ya te haces a la idea de cómo está todo.

Mami, que es muy pragmática ha optado por la compra de gadgets para la supervivencia maternal. En este caso el plato-ventosa de Nuby. La cosa es muy simple y satánica. Pones el plato a la mesa y no hay forma de quitarlo. Lo he intentado. Así que la única opción era vaciar con la cuchara el contenido a mano. 

¿Pues no va el dichoso plato y tiene tapa y cuchara? Así que de sacar la cominda nada de nada.

De momento lo reconozco: bebé 0 - Plato Nuby 1. Pero insistiré...


Canción: Los Platillos Volantes - Los Salvajes

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