Durante mi tierna infancia me he dedicado a pintar, romper y arrancar páginas de libros.
Todos aquellos que quedaban en estanterías bajas han sido masacrados sin piedad y muchos sacrificados del todo después de intentar resucitarlos sin remedio.
Todos aquellos que quedaban en estanterías bajas han sido masacrados sin piedad y muchos sacrificados del todo después de intentar resucitarlos sin remedio.
Así que tenemos este pequeño tira y afloja con las páginas de los libros. En todo caso consiento leerlos yo. Modo "pipí", "coche azul" o cosas así, nada de gran narrativa, soy más de descripciones. Así que todos lo días nos ponemos tensos en la "hora del cuento"... Hasta ahora.
Ha llegado a casa mi amigo Pocoyó. Oye, tengo pasión por este chico tan majo. Tan azul, tan descriptivo y parco en palabras como yo... Y tiene un cuento. Y nada de que lo coja mamá. El cuento se cuenta solo. Cosa mala.
Lo abres y el señor de la serie te lo explica divinamente.
La historia es muy bonita, creo que quiere enseñarme que recoger los juguetes y limpiar es bueno - eso no lo tengo yo muy claro - pero al menos la idea queda ahí...
Lo abres y el señor de la serie te lo explica divinamente.
La historia es muy bonita, creo que quiere enseñarme que recoger los juguetes y limpiar es bueno - eso no lo tengo yo muy claro - pero al menos la idea queda ahí...
En cada página además hay una pestaña de cada personaje que hace ruiditos. Reconozco devoción por las pestañas, no os engaño. En cuanto se descuidan estoy dándolo todo en la última página con Pocoyó para arriba, Pocoyó para abajo, Pato y Eli...
¡Fiestón del bueno!
¡Fiestón del bueno!
Después de algunas semanas hay ya frases que me he aprendido de memoria y cuando mamá no mira también juego solo. Pero no se lo digáis que se emociona y lo mismo me saca El Quijote.
Cuentoyó es de Bandai y se puede comprar en todas partes... ¡Debes comprarlo en todas partes!
0 Comentarios