¿No os pasa que a veces nos levantamos un poco apolillados y sin saber qué podíamos hacer? Una ventaja de estar alojado en una casa rural es que eso se soluciona hablando con los propietarios que suelen tener una ristra de consejos para el viajero y la información más actualizada que Información y Turismo del pueblo.
Así
que recurrimos a la sabiduría local y nos mandaron a un pueblecito
llamado Baiona. Fue un acierto de plan aunque la
cosa se nos torció un poco. Primero aconsejaros que vayáis con
paciencia porque es un sitio súper turístico y se aparca fatal. Una vez
depositado el coche la cosa mejoró notablemente. Vimos un poco el pueblo
y verificamos los horarios de los barcos a las islas Cíes. Y nos
quedamos en el puerto comiendo en la feria de gastronomía. Bueno,
bonito, barato y recién pescado.
La feria era muy divertida porque entre bailes, gaitas y pulpos y empanadas había mucho pez, mucho pescador y
gente amable haciendo actividades y puestos con artesanía. Comimos de
muerte y encima vimos cosas muy curiosas.
Después el barco nos dejo en este paraíso natural por el que dimos un
paseíto encantador hasta que se desató una tormenta y tuvieron que
desalojar la isla entera. Algo digno de recordar porque por fortuna no
llegamos a pasar miedo. El viento y la tormenta hicieron que cayera un árbol en el camping y ellos si pasaron un poco de angustia pero el resto sólo vimos empeorar la cosa, unos nubarrones y salimos pitando para el puerto. Ya en la zona de embarque si que abrieron la caja de los truenos y había gente para parar un burro pero lo guay fue el colocón del viaje de vuelta en barco. Aquello era como La tormenta perfecta y seguro que hubiera pensado que eso era el Poseidón o el Titanic pero me quedé filete lo que me ahorró un casi seguro mareo de tres pares de narices. Porque aquello era un no parar de olas.
Muy guay el paseo en barco como chantaje para dar la vuelta
reglamentaria por el castillo. Y es que hemos descubierto que en esta
familia funciona muy bien lo de una de cal y otra de arena y si median
barcos me tienen ganado. La zona vieja y la del castillo merecen mucho la pena, además ver esa mole tan cerca del mar mola bastante. Si a parte del paseo a las Cíes tenéis un psicópata de los barcos os recomendamos la visita a la Carabela Pinta, no tiene perdida es un barco gigante de madera, reproducción de la famosa nave que viajó a América. Se ve desde todas partes.
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