Con el ritmo de vida que llevamos son pocos los afortunados que pueden comer en casa, pero casi todos llegamos a tomar la cena con papá y mamá después de sus días de trabajo interminables. Momento que aprovechamos para ponernos al día, unos con sus cosas, otros con sus preocupaciones y esperamos que muchos con sus alegrías del día. Ya con la tarea hecha, con el pijama puesto y duchados. Es el único momento familiar que nos queda antes de apagar los cerebros y descansar del día.
Además, y sin que sirva de precedente, las cenas son mucho más importantes que las comidas, son el hueco para colar las pizzas y los perritos calientes. Para premiar las hazañas titánicas de la jornada y para comentar la cantidad de cosas que hemos prendido en el cole. Me gustan las cenas. Me gusta poner la mesa, ayudar a cocinar algo sencillo pero rico. Me encanta ayudar y aprender cómo se hace una tortilla de patata o poder elegir el menú con mamá. Es guay saber que las etiquetas son unas pantuflas y la bata para no mancharse y las prisas son para dormir a pierna suelta y no para llegar a tiempo al cole o cualquier loca actividad extraescolar. Por eso hay que hacer un monumento a las cenas.
Así que nos sumamos a la fiesta de las cenas. Queremos que cada cena cuente, que sea una aventura y además sea divertido, brillante, único. Olvidar las tareas y descubrir un poco más sobre lo que es un tomate, cómo cocinarlo o si ole ente devorarlo. Ayudar con esa cena especial, o a ordenar el tupper del trabajo para papá. Esas pequeñas cosas que marcan la diferencia son las que molan. ¿Cómo mejoramos nuestras cenas este curso?
Este año empezamos el cole y queremos que las cenas sean especiales. Para empezar el principal objetivo es que sean divertidas. Un broche de oro para acabar durmiendo tranquilos y pensando en cosas ricas. Por eso intentaremos elaborar un menú los fines de semana y llevarlo a cabo, eso incluye esforzarse por cocinar un poco más y aprovechar los ratos muertos para dejar preparada la comida del cole. Es decir, intentar ser planificados para poder hacerlo de forma dinámica y amena.
- Comer sano pero guay. Animarnos con las recetas casera, pizzas amasadas por nosotros, comida hecha 100% en casa y con cosas más frescas. Nada de congelador.
- Sentarnos en la mesa grande, eso requiere, limpiarla, prepararla, ponerla, colocarla, y luego a la inversa. Así eliminaremos la sensación de estar siempre corriendo.
- Intentar que la cena aporte, sume y si de paso podemos ponernos las pilas y aprender algo de gastronomía mucho mejor: comida del mundo, historia de la gastronomía, modos de cocinar nuevos... No sólo que sea entretenido para los peques, también que los mayores puedan llegar al día siguiente a currar y fardar de haber hecho un cuscús riquísimo.
Ya os iremos contando nuestros progresos, pero la cosa promete.
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