Este verano la bici Moltó dio sus últimos paseos. Ya tenía que encoger las piernas para coger velocidad y no frenar accidentalmente con los pies. Me sirvió para pasear, para coger estabilidad, para aprender a dar vueltas de campana cuando pillaba una piedra y no acabar en el hospital. No podría contar el número de veces que he recibido amenazas de mis padres por ir demasiado lejos o demasiado rápido o por no saber frenar...
Me ha acompañado al parque, a la playa e incluso a las escapadas de fin de semana. Le hemos puesto pegatinas, tuneado y hecho perrerías. Y por todo ello seguramente será parte de la familia, por los recuerdos que guardamos de ella. De hecho le hemos buscado un nuevo hogar porque la queremos tanto que merece una segunda vida.
Si dudais si decidiros a comprar una nuestro consejo es "SI". Sin duda, ha sido una experiencia corta pero intensa, además ocupan muy poco espacio, apenas pesan y pueden ayudar a dejar de una vez de pasear el carro por la vida. ¡Ahí lo dejo!
Así que aún estáis a tiempo para llegar a los Reyes Magos... Nosotros la recomendamos 100%
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