Os va a llamar poderosamente la atención porque el libro del que os vamos a hablar hoy es un libros para jugar y disfrutar. Y así, a lo loco, y sin darnos cuenta aprender el camino. Su autora Agnese Baruzzi ha dado en la clave que activa todo cerebro infantil entre los 6 y los 12 años. Ha combinado los dinosaurios con las mates. Que así dicho ya os digo que la idea de hacer mates no te la habría comprado pero es que a la mitad del libro descubrí que en realidad estábamos haciendo sumas y además super complicadas.
Uno de los principales encantos de Dinolandia es su formato gigante. Es un libro grande, muy pero que muy grande. Y además no es un libro de leer, en sus paginas no encontrarás ninguna historia fascinante o las anécdotas sobre los grandes herbívoros del cretáceo, no, solo encontrarás dinosaurios, decenas, cientos, incluso miles de ellos. Y tu objetivo será encontrarlos, contarlos y sumarlos.
Para completar esta aventura vas a necesitar una gran dosis de paciencia y atención. Con esa primera fase tendrás la primera parte de la misión, localizar los dinosaurios que se tienen que contabilizar porque en cada pagina hay misiones diferentes y bichos que contar. A veces serán grandes y pocos, otros son canijos y millones. Lo que he aprendido de esta hazaña titánica es que se pueden contar dos veces y seguramente no te de el mismo resultado... la solución es muy fácil ¡pon a contar a toda la familia!
Nosotros empleamos un folio a parte para no escribir en la pagina y volver a contar dinosaurios continuamente. Con seis años aún es complicado abarcar las sumas que propone pero hacemos grupos de sumas para intentar llegar al resultado final con cierto margen de error. Os voy a contar un secreto pero me gustaría que no os chivarais porque es una cosa que tiene que quedar entre nosotros, al final tenéis la resolución de los problemas para hacer si sois capaces de contar bien o si tenéis que volver a encontrar algún dinosaurio que se hay escondido en la pagina de turno.
Debo decir que el libro me ha enamorado. Primero por los dibujos, laberintos de diseños imposibles con divertidos colores y dinosaurios pintorescos que animan a ser contados. Después por la idea, que parece de lo más sencilla pero que en realidad ha dado muchísimo juego en casa y para terminar porque afrontar las matemáticas de forma lúdica ha sido todo un acierto para el canijo... bueno y para los abuelos, la tita o mamá. Es increíble ver que un canijo pida hacer matemáticas de forma autónoma y lo haga con gusto, y además disfrute y repita.
¡Gracias Vicens Vives por hacerlo posible! Es tan insólito que os vamos a nominar al Premio Nobel de la tarea en casa.
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