Volvemos a primero de pandemia

 Estos días en Madrid ha nevado. No es un secreto porque la estampa de la Gran Vía nevada y la gente esquiando en Callao han dado a vuelta a España entera. Ha sido un regalo de navidad en forma de un fin de semana para jugar y alargar la diversión. Pero lo que no esperábamos es que ese respiro se convirtiera en un regreso a a situación de marzo con una semana sin cole pero con conexiones infernales. Y eso sumado a que los padres no pueden teletrabajar o que los camiones no llegaban a los supermercados hizo que incluso viviéramos un desabastecimiento real como no lo habíamos visto hasta la fecha. 

Escribo esto para que, en un futuro, cuando veamos estas estampas idílicas en la nieve recordemos también los momentos de crisis, que los ha habido a granel, o las ganas de arrojar los libros digitales del colegio por la ventana. El encierro se hizo efectivo el lunes cuando la nieve dio paso al hielo y era inviable transitar las aceras o los parques. Los hospitales empezaron a ingresar más traumatismos que enfermos de COVID y nosotros nos encerraos para evitar colapsar aún más el sistema sanitario y claro los nervios surgieron como era de esperar. Niños aburridos que no se cansan y con el peso de las tareas y los trabajos. Llegar a las 3 de la tarde tan agotados como si fueran las 11 de la noche. 

El mismo lunes anunciaron que lo que iban a ser dos días se convertía en una semana. Esa es la realidad que dejaron las nevadas en las familias después de las estampas de guerras de nieve y trineos en las cuestas. 

Poco se ha aprendido sobre conciliación en la pandemia, poco hacen las empresas los sindicatos o las asociaciones para poder hacer que en situaciones extremas no estemos como estamos porque nunca ha pasado nada así pero ... aquí estamos después de una pandemia y un temporal único en España sin tener herramientas validas para padres y niños que defiendan su intereses particulares, sus circunstancias personales y que respeten su derecho a existir. 

Creo hablar en nombre de mucha gente cuando afirmo que esta semana ha sido terrible. Casi peor que en marzo porque en marzo la situación afectaba a todo el mundo y esta nevada sólo a una parte de España y en concreto algunas zonas más que otras como pueblos sin medio de trasporte o trabajadores que dependen de su medio de trasporte particular para llegar a sus puestos. Y de nuevo las familias lo han vuelto a pagar haciendo malabares para llegar a todo (o no llegar y punto).

Este es un blog donde hablamos de actividades en familia y de momentos divertidos pero esos días no lo han sido por los plazos de entrega, las videollamadas del infierno y el resto de acciones cotidianas que se han quedado en stand by por “cuatro copos de nieve” . Madrid no estaba preparada a pesar de que se estaba hablando de esa nevada desde hace varios días. No hubo previsión, no hubo respuestas, al contrario, hubo caos y pocas soluciones. Una ciudad colapsada y la imposibilidad de coger el coche pero también zonas donde no había trasporte público para poder salir. Gente en sus coches atrapados, Mercamadrid cerrado y los parques zonas catastróficas. Árboles caídos sin recoger. Las calles imposibles, solo las zonas que los vecinos limpiaban con sus escasos recursos eran de acceso. Las carreteras mal y una semana después el ejercito empieza a ayudar a su limpieza. Se podían haber organizado las cosas de otra manera pero no se hizo y aquí andamos haciendo ejercicios de medir con regla sobre un IPad porque como nos pasó en marzo los libros de texto están en el cole. La situación me enfada y como no hay solución me frustra. 

Siento que este 2021 es una prolongación agónica de las desgracias de 2020. No acaba enero y ya odio el año nuevo. Pero nada, cuando consigamos reponernos de la tarea diaria sacaremos un juego de mesa y con la calefacción a tope seguiremos sobreviviendo porque tampoco quedan muchas opciones. Y pondremos buena cara porque no es postureo, es supervivencia 

2021 ya vale. De verdad. La sociedad no está preparada para más desgracias.

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