Siempre he sido una enamorada de la lectura. Hubo una época en la que no había viernes que no visitara la biblioteca del barrio buscando una lectura para el fin de semana. Unas veces un clásico, otras veces un beso sellar y a veces, incluso, simplemente me llevaba un libro porque la portada me resultaba curiosa o porque lo veía abandonado en alguno de los carritos. Era una época donde los libros se buscaban en fichas de cartulina amarillenta y tenías que copiar la referencia para poder encontrarlo. Se almacenaba en grandes ficheros en el hall de entrada y te sellaban manualmente la fecha de devolución. Había cola en los archivadores para buscar algún libro de esos que mandaban mucho en el cole y siempre soñaba que el fantasma de Los cazafantasmas escupía todas las fichas del fichero sembrando el caos justo al lado de la sección de literatura infantil.
Cuando vi que El cuanto que quería ser leído era un homenaje a las bibliotecas me enamoró el concepto. La verdad es que entre los libros que tengo de cuando era niña, los que recibimos en casa y las pandemias hace ya años que no bajamos a la biblioteca para dejar que un libro cualquiera nos seduzca y llevarlo a casa. Esto es un poco lo que propone Carolina Rabei.
Carolina es una de esas personas que sabe hacer de todo. Estudió Bellas Artes y se licenció en Diseño Gráfico en Moldavia y más tarde en Ilustración de libros para niños en la prestigiosa escuela de Cambridge. Para ella las bibliotecas son sitos especiales y por eso ha ilustrado y escrito esta maravillosa obra que anima a los más pequeños a visitar estos mágicos lugares. Con una prosa divertida y un argumento sencillo pero resultó consigue dibujar a la perfección ese mundo fantástico que son las secciones infantiles llenas de libros especiales con colores y niños jugueteando por los pasillos. Una de las secciones más bonitas del mundo porque hacen que nazcan los sueños más ocultos de los pequeños y les inspiran para sacar lo mejor de sí mismos.
Sus dibujos son una mezcla perfecta entre técnicas tradicionales y digitales con unas ilustraciones delicadas y coloristas con tonos dulces y pastel que te atraparan como lector tengas la edad que tengas. La historia también ayuda. ¿Recordáis Toy Story con los juguetes de Andy revolucionándose cuando están solos en la habitación? Pues imagina que pasa lo mismo en las bibliotecas. Cuando se apaga la última luz y todos los niños se van de la sala de lectura infantil los libros salen de los estantes para contar quién los ha leído y cómo los han disfrutado. Con alegría cada uno posee una historia, una aventura en autobús, o un niño al que han inspirado. Todos hablan joviales menos uno. Uno que está en lo alto de una estantería, lleno de polvo y que nunca ha salido de la biblioteca. Un libro que no sabe de qué trata porque nunca lo han disfrutado. Pero los libros consiguen sacarlo de su rincón y dejarlo en una mesa donde seguramente un niño lo cogerá y se lo levará prestado. Allí empezará la aventura del libro pero también la del niño porque cuenta la leyenda que no hay niños a los que no los guste leer, que lo que les pasa es que no han encontrado el libro al que están destinados.Una historia tierna y dulce que fomenta el amor por los libros, por las bibliotecas y que tiene un montón de temas para que los peques a partir de 3 años aprendan lo maravilloso que es dejarse seducir por un libro. ¿Encontrará Dino finalmente su lector ideal? ¿Averiguará qué hay en sus páginas? Tendrás que leerlo para saberlo.
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