Existe en Madrid un lugar donde nada es lo que parece, un mundo sacado de las peores pesadillas de Lewis Carroll donde lo pequeño se vuelve grande, Los espejos engañan y puedes marearte al cruzar un túnel. Se trata del Museo de las Ilusiones, un espacio ideal para visitar en familia o con amigos y que os llevará a otra dimensión. ¿Sabes los que esconden sus paredes?
El museoEl museo se encuentra en un lugar privilegiado a pocos metros de Tirso de Molina y a cinco minutos de Sol. La entrada se realiza por rigurosa reserva con horario de entrada asignado lo que hace que el aforo sea controlado y puedas disfrutar a tope de la experiencia. Una vez entras tu mente se pone a prueba con numerosas habitaciones y espacios que harán que el espacio se descomponga y cambies los límites a los que estás acostumbrado.
En sus dos plantas hay muchas ilusiones ópticas, efectos y trucos que desde un punto determinado harán que te cuestiones todas las normas de la física.
Pero ¡Aquí hemos venido a jugar!
No dejes de detenerte a observar los cuadros que recogen las ilusiones más clásicas y donde encontrarás la explicación a muchos de los trucos que tienes delante. Un museo donde tocar y experimentar está permitido, es más, es necesario.
¿Salas inclinadas? ¿Espejos? ¿Formas cambiantes?
Durante el recorrido tienes paneles explicativos que te indican la forma correcta de desgranar cada ilusión. Muchas de ellas solo cobran sentido desde el objetivo de tu cámara pero otras muchas tienen una explicación mucho más empírica. Por eso sí dudas siempre puedes verificar o jugar con todos los retos que aparecen a tu paso.
Los lugares emblemáticosCon esto queremos decir que a pesar de que muchos os sintáis atraídos por este museo por las fotos curiosas que podéis ver por internet el museo es mucho más. La visita ronda una hora pero una vez termines con los selfies te puedes enfrentar a muchísimos retos con juegos de ingenio. La perspectiva de cada zona hará que puedas sacar provecho y reírte con cada nuevo engaño. Y es que los efectos no paran de sucederse.
La primera sala a la que te enfrentas es la sala infinita o sala de los espejos donde te multiplicarás tanto como en el caleidoscopio que se encuentra justo al lado.
A pocos metros puedes comprobar como los tamaños dependen de los objetos de referencia probando la curiosa silla de Beuchet. Pero la experiencia no ha hecho más que empezar. El cuarto de Ames permitirá que las personas que se pongan en una zona determinada sean gigantescas mientras las otras se vuelven pequeñitas. O podéis retar a la gravedad en su cuarto del revés. Si lo de nadar por el techo no es lo vuestro tenéis el cuarto inclinado que es una locura. No dejéis de atravesar el túnel del vórtice retando al mareo de sus luces giratorias...
Así hasta llegar a las zonas de juegos porque si os decimos que el museo es para sacar fotos tampoco os vamos a engañar, este museo es también para jugar. Los juegos de ingenio de gran tamaño serán un divertido reto si vais en grupo y si os atas así siempre podéis comprar alguno en la tienda.
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